Sergio González Jiménez - Ingeniero de Telecomunicación - linkedin.com/in/sergiogonzalezjimenez/
Desde hace años, la IA cada vez está teniendo más importancia en todos los ámbitos de nuestra vida personal y profesional. Quizás sin darnos cuenta, modelos de IA a diario nos ayudan a tener infraestructuras y redes más seguras o nos ofrecen los productos y contenidos más adecuados a nuestros gustos.
Personalmente, empecé a interesarme por estos temas hace años, trabajando en algo que diríamos, de “teleco puro”. Estaba, allá por 2015, en una empresa dedicada a la señalización en redes teleco. En dicho ámbito, se pasó en pocas décadas de tener unos pocos operadores bien conocidos en cada país, a unas redes con un sinfín de actores que introducían innumerables escenarios de seguridad y fraude. Era necesario utilizar técnicas de analítica avanzada, también llamado Machine Learning, para perfilar y diferenciar el uso legítimo del actor fraudulento en nuestras redes. Gran sorpresa la mía, al empezar a prepararme sobre estos temas, escuchar palabras como “espacio vectorial”, “proceso estocástico”, “optimización de funciones”, “predicción estadística”, “funciones compuestas”... Me volvieron a la mente, quizás con nostalgia, aquellas duras asignaturas de la escuela. Sin saberlo, como teleco, tenía una mochila de fundamentos y conocimientos fabulosa para abordar la IA con profundidad y rigor. Tenía un compañero muy habilidoso en el uso de las herramientas que me enseñaba a usarlas, pero era yo el que le explicaba qué implica optimizar una función.
Por si algún colega se ha asustado, diré que para aprender IA no es necesario volverse a “chapar” el temario de la carrera. Simplemente con una intuición sobre los conceptos principales vale para escenarios ya avanzados.
Anécdotas aparte, me atrevería a decir que no hay ningún área de actividad que no se esté planteando el impacto que los escenarios habilitados por la IA van a tener. He de decir, que muchos de estos debates me recuerdan a los que hace 20 o 25 años se tenían cuando surgía internet o las redes móviles. Como en aquel entonces, se escuchan posiciones entusiastas, pero también voces escépticas o incluso de alerta. Creo necesario escucharlas todas con espíritu crítico. Recordaré siempre una conferencia en la escuela de teleco de la Universidad Politécnica de Madrid, en la que el ponente definía el progreso como “destrucción creativa”, donde determinadas tareas desaparecen, pero surgen nuevas con suma neta positiva.
De niño, escuchaba a mi abuela comentar anécdotas de su infancia, como ejemplos de un cambio que no paraba de sorprenderla. En 2024, soy yo el que le cuenta a mi hijo de 9 años cómo se vivía antes de tener internet en el móvil. En lugar de “abuelo cebolleta”, me he convertido en “papá cebolleta”, pero el cambio no ha tenido lugar en dos generaciones, sino probablemente en media.
Como decía al principio, el impacto trasciende cualquier sector de actividad. Desde mi posición actual, tengo la oportunidad de hablar con responsables de múltiples industrias, planteando como la inteligencia artificial va a cambiar y está cambiando su forma de trabajar, la forma de interaccionar con sus procesos y clientes y de cómo adquirir y utilizar conocimiento para poder diferenciarse en sus negocios. En el ámbito teleco, prácticamente todos los operadores están usando capacidades IA para optimizar y operar sus redes y relacionarse con sus clientes, entre otros escenarios. Cuando mi operador me ofrece un producto, es consecuencia de que un algoritmo ha detectado que me puede interesar o que, si no me lo ofrece, me puedo ir a un competidor.
No sólo diría que la IA ha venido para quedarse, sino que probablemente no parará de acelerar, al menos casi seguro, durante los próximos 2 o 3 años. Por cuatro motivos. Primero, la nube, como espacio fundamental de almacenamiento de datos y cómputo, no para de crecer, con proveedores construyendo regiones cloud en más y más sitios. Afortunadamente, España es parte de esta nueva expansión.
Por otro lado, las redes de banda ancha, cada vez más ancha, valga la redundancia, donde los telecos somos los principales responsables. Siempre he dicho que la primera gran expansión del cloud en la década previa (2010-20), solo fue posible por la existencia del FTTH, xDSL o el 4G. Nunca vi posible la nube con un dial-up a 56 Kbps. De nuevo en este aspecto, España cuenta con una posición de ventaja, tanto en capacidad como en capilaridad de nuestras infraestructuras de red. Ya quisieran muchos países de Europa contar con la fibra de muchos de nuestros pueblos. En los próximos años, cuando se vayan desplegando y asentando nuevas redes de sensores y dispositivos, se habilitarán nuevos escenarios donde se podrán usar nuevas capacidades IA.
Como tercer elemento, crítico, pero no independiente de los dos previos, son los chips. Que nadie se sorprenda si son asunto de fricción geopolítica. Los nuevos escenarios de IA que estamos viendo viven en componentes electrónicos (gran especialidad de teleco) cada vez más sofisticados. Pues bien, hace poco NVIDIA anunciaba su nueva generaciónde chips, con capacidades muy superiores a las actuales.
Por último, otro aspecto fundamental son las comunidades de software, que con herramientas cada vez más maduras para construir aplicaciones de IA y de datos nos permiten plantear casos de uso con una calidad y velocidad nunca vistos antes.
Como he comentado previamente, en los pilares fundamentales de la revolución de la IA, los telecos tenemos una posición de ventaja frente a otros profesionales. Tenemos unos conocimientos fundamentales muy útiles para entender estas tecnologías y las infraestructuras y sistemas sobre las que corren estos escenarios de IA usan plataformas y redes que llevamos diseñando y construyendo toda nuestra vida profesional. Nuestros móviles y demás sistemas digitales llevan usando técnicas de predicción de señal desde hace décadas. La diferencia es que, para diferenciar un perro de un gato, a un modelo de IA le basta con una probabilidad entre 100, mientras que nuestros móviles se sientan cómodos con valores de 10^-5.
Para los que quieren aprender y profundizar en este campo, siempre he dicho que empezar con la IA es como aprender a montar en bicicleta. Es una disciplina práctica donde hay que empezar y poco a poco uno va cogiendo ritmo. Quizás, la gran ventaja para aprender de IA es que no es imprescindible adquirir libros caros ni apuntarse a programas de altísimo esfuerzo, sino que con una conexión a internet, un buen café (o té), algo de tiempo y sobre todo mucha ilusión y ganas, se puede ir avanzando en este campo. Youtube, Github, Kaggle o HuggingFace pueden ser plataformas gratuitas donde hay tesoros que nos pueden ser muy útiles.
En mi caso personal, también me resultó y me resulta muy útil apoyarme de compañeros con más conocimiento, a los que uno siempre les puede pedir consejo y mentoría. Hay mucha gente dispuesta a ayudar y creadores de contenido de altísima calidad a los que acercarse.
Como una vez le oí decir a un directivo de un operador, colega teleco, “toda mi carrera he sido un becario”. Pues quizás para la IA, la habilidad principal sea esa necesidad de aprendizaje continuo que los telecos nos hemos parado de ejercitar toda nuestra vida.
Ante todo, este nuevo horizonte que ya es una realidad, si me tengo que definir, me atrevería a hacerlo como entusiasta cauto. El mundo ya es diferente a como era hace 5 o 6 años. En mi experiencia docente, hace un par de años observaba como jóvenes estudiantes pasaban de escribir artículos donde se notaba juventud a entregar trabajos con el lenguaje de un académico de 3 décadas y múltiples postdoctorados. Evidentemente había “tongo”. Algo había cambiado para siempre. La IA ha democratizado y hecho más accesible el conocimiento avanzado.
En otro plano, recuerdo una ponencia de un catedrático de teleco, donde nos definía a los ingenieros como responsables y guardianes de la integridad, en el uso de nuestras infraestructuras y plataformas. En los nuevos escenarios IA, hemos de asegurarnos que estas capacidades son usadas para usos legítimos, como una herramienta de integración y apoyo, a colectivos en riesgo de exclusión y minorías. Tal como en su día entendimos el concepto de servicio universal en redes, hemos de exigir, una llegada equivalente en las capacidades de IA, vigilando ante sesgos y usos fraudulentos.
La IA ha venido para quedarse, ante lo que nos toca aprender a sacarle el máximo partido. En muchos casos la IA no reemplazará a los humanos, pero serán los humanos con IA los que desplazarán a los que no la usen. En esa transición, los ingenieros tenemos que ser garantes de usar la IA como arma de innovación masiva para propósitos íntegros.