Cristina Márquez
Senior Data Scientist en Sngular.
Doctora Cum Laude en 5G y Big Data.
Ingeniera de Telecomunicación.
Coordinadora de Ment-It
Queridos futuros compañeros y compañeras,
Qué gran honor el poder dirigirme tan pronto a personas con tanto potencial y con un futuro lleno de posibilidades. Aunque quizás aún no lo sepáis, os espera una gran aventura eligiendo la Ingeniería de Telecomunicación. Incluso con dudas, yo me animé a elegirla como mi primera opción tras saber los resultados de selectividad, si bien ya lo había decidido tiempo atrás, barajando otras posibles profesiones por si esta apuesta resultaba en una “breve” hazaña.
¿Pero qué es la vida sin decisiones, verdad? Cada paso del camino que recorremos, resulta en algo que puede salir bien o mal, pero dará lugar a un avance y un aprendizaje sin duda. Recuerdo claramente las convicciones que me llevaron a perseguir este camino, las cuales me ayudaron a continuar cuando las tormentas parecían no tener fin y la “suerte” simulaba jugar en mi contra. Pero de todo, ver como a lo largo del tiempo no se reduce la tendencia de ver escasas compañeras seguir este camino, e incluso abandonar, es algo que me gustaría cambiar.
Por ello, me gustaría aprovechar esta oportunidad que me brinda la AEIT Madrid, y este espacio, para animar a toda persona por igual, pero en especial a aquellas futuras expertas en tecnología, que poco a poco estamos consiguiendo destacar y ser visibles. Nuestra valía yace en nuestra capacidad de aportar técnicamente y dar esos puntos de vista que, a mi parecer, enriquecen tanto la implementación de nueva tecnología colaborando en equipos multidisciplinares, como los propósitos de ésta en un mundo donde el cambio es constante.
Empecemos por el principio…
Como digo, tuve clara la elección, pero no fue sencilla. Dónde ser un agente de cambio, dados mis múltiples intereses, exigía elegir con cautela para “no cerrarme puertas” y poder adaptarme a los cambios. Según va pasando el tiempo, parece que fue determinante elegir, teniendo en cuenta datos clave para tomar decisiones de forma informada como:
- Una universidad en concreto (recientemente adaptada al plan Bolonia)
- Un grado en concreto (si bien la opción generalista de Telecomunicaciones no da una especialidad)
- En bilingüe (la UC3M fue la primera en tenerlo y no íbamos a elegir la opción sencilla, ¿verdad?). ¡Imagina que surgiese la oportunidad de salir al extranjero!
- O quizás fue el cúmulo de todo ello sumado a una actitud donde los retos son una forma de vida y no un bloqueo. (¡Benditos videojuegos, cuánto habéis contribuido a esto!)
Así que decidí intentarlo. Anoto que si alguien tiene curiosidad sobre mis primeros pasos en esta decisión, le remito a las entrevistas en [1], [2] o [3]. Si bien, dejo aquí constancia de que Internet es sólo una de las cosas que me llamó la atención de este amplio y extenso entorno de la Ingeniería, que muchas intersecciones tiene con otras áreas STEaM.
De hecho, como reflejé en mi discurso del centenario de la profesión en el evento de lanzamiento de “20 miradas al pasado”, he de felicitar a nuestros predecesores por traer y asentar esta profesión, donde una vez más, los desafíos y frustraciones nos unen más que lo que nos separa del tiempo en que cada uno empezó su andadura. Y es que esta carrera de fondo exige mucho y “se aprecia” poco. Tanto que en el día a día, no tener acceso a toda la información, servicios y recursos electrónicos, es casi inconcebible. Pero estoy segura que las nuevas oportunidades laborales y estilos de vida que van a surgir de la mano de las comunicaciones (5G, Internet de las Cosas, Machine-to-machine) unido al Big Data, la Inteligencia Artificial en conjunto con otras ramas del saber, harán que esta simbiosis entre el mundo real y el virtual sea más perceptible por la sociedad.
No son pocos los retos que acompañan a esta revolución: la educación, la investigación, la innovación, el emprendimiento, la ciberseguridad, la privacidad, la brecha digital, el medio ambiente, la diversidad, el clasismo entre profesiones y colegios, la desigualdad entre regiones del país y más allá de sus fronteras, la medicina, el empleo, etc. Y es que como contaban nuestros precursores “La tecnología cambia. Los miedos humanos no tanto.”
En el desarrollo, colaboremos junto a otras disciplinas STEaM
Para lograr el éxito en ir abordando estas disciplinas, destacaría tres importantes factores a tener en cuenta. En primer lugar, la importancia de tener un mentor o una mentora y/o red de apoyo que nos ayude cuando sea necesario, pues bien es sabido que la pasión de algún docente o compañero/a que nos dé esa voz de aliento puede alimentar la vocación durante la carrera y sus posteriores años. No debería ser limitante los tiempos que vivimos de interacciones remotas para encontrarlos, y si encuentras en redes sociales un referente, no dudes en seguirle para aprender sobre las tendencias y compartir recursos para aquellos que compartan los mismos intereses que tú.
En segundo lugar, muy ligado a poder cultivar tus conexiones e intereses fuera del ámbito puramente formativo, es una grandísima oportunidad formar parte de una asociación ya sea dentro de la universidad o fuera de ella. En mi caso, no pude dedicarle todo el tiempo que me hubiera gustado durante mis estudios de grado, pero logré compaginarlo y cuidarlas en la siguiente etapa del máster. A día de hoy puedo decir que estoy encantada y maravillada por igual con las personas que forman parte del Grupo Jóvenes del COIT, así como con mis variadas comunidades en Twitter, Facebook o LinkedIn. Creo que escuché en dos conferencias distintas que tener una comunidad de mujeres en IT para tu desarrollo profesional era importante, y creo que tenían razón, si bien mi red de apoyo y a la que doy yo misma soporte es diversa y lo veo la forma a seguir. Considero que esto se ve reflejado también en algunas de las colaboraciones que hago, como el programa ment-it donde ejerzo de Project manager (coordinadora y promotora del mismo), o como en haber sido la primera mujer doctora bajo la tutela de mis supervisores de doctorado.
Asimismo, esta red de colaboración contempla perfiles de muy distintos ámbitos, y mi experiencia laboral respalda que cuanta más diversidad y conocimientos reunamos hacia un objetivo común, mejores resultados obtendremos. No por nada el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) es la mejor universidad del mundo por 10 años consecutivos, el cual se guía por esta premisa. Y no por menos, las conferencias a las que tuve el placer de ir y presentar mis trabajos reúnen a referentes de vanguardia a nivel mundial. Ya se hayan formado en informática, arquitectura, sociología, matemáticas, por nombrar algunas materias, de cualquier raza, orientación y país, todos son bienvenidos para unirse en contribuir hacia el progreso. Fue en las ponencias donde sentí por primera vez que tenía la responsabilidad de hacer valer mi profesión, mi trabajo y el de mi equipo de investigación, pero también cuando decidí transmitir mis conocimientos en Technovation Girls e impulsar el sueño de 10 adolescentes, creando sus aplicaciones móviles para mejorar su comunidad. Al equipo de LPSN ya las conoceréis por representar a España en la final mundial de 2019 en San Francisco con la aplicación When&Where, donde demostramos ganas y capacidad de dar la talla siempre que se nos presenta la ocasión. A todas ellas les auguro un gran futuro y les doy gracias por el aprendizaje, pues entre ellos, destaco el poder divulgar de forma sencilla algunos conceptos de programación cuando ellas estaban dando sus primeros pasos en ese camino.
En tercer lugar, diría que la constancia (si bien creo que empataría en el podio con tener un referente, mentor o mentora), la búsqueda continua de la mejora tanto personal como profesional y una pizca de ambición, dieron sus frutos. Y uno de ellos, fue poder cumplir mi sueño cuando apareció la remota posibilidad de visitar el MIT durante el doctorado. Como le dirían a Lara Croft, “¿tú nunca escoges el lado fácil?”, a lo que yo respondo con sus palabras “¿y arriesgarme a decepcionarte?” Pues efectivamente, esta tarea no fue fácil, pues requería ser seleccionada con una probabilidad baja de tasa de admisión, de una financiación de la que no disponía, de un control del idioma que no tenía certificado, acabar la docencia correspondiente antes de ir, y muchas otras complicaciones que, cómo no, iban a suponer un esfuerzo extra que vendría cargado de obstáculos y dudas de si saldría adelante. Desde aquí, gracias a mis tutores de tesis, a mis los compañeros y amigos por sus consejos, su infinita paciencia y su ilusión compartida junto a mi familia por verme alcanzar todo aquello que incluso podría haberse convertido en un sueño cumplido menos. Especial mención a mis alumnos y alumnas también, que decidieron apoyarme y darme difusión en Twitter. Lo de venir a visitarme, esperemos que no se tuerza si hay una próxima vez 😉
De hecho, las dudas no sólo surgieron cuando se complicaba obtener documentación a tiempo, sino que también hubo palabras de desaliento. Afortunadamente no las tuve en cuenta, y he de reconocer que no fueron del todo originales. Al más puro estilo “No dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo”, como decía Will Smith en la película “En busca de la felicidad”, yo digo “lo intento y luego ya veremos”. Eso sí, hay que identificar cuando los esfuerzos pueden no dar sus frutos, como la llegada de una pandemia mundial a mitad de mi estancia tras haber conseguido aterrizar en Boston escaso tiempo antes, y centrarse en lo importante. La poca desconexión digital que vivimos no ayudaba a conectar con todos de igual forma que lo hacíamos antes, y con ello aprendimos, o más bien demostramos, que el teletrabajo es posible y que no somos máquinas que podemos estar al 100% para todo ante situaciones sobrevenidas. No sólo cambió nuestra realidad, cambiamos nosotros. Y esta realidad, sin las Telecomunicaciones, hubiera sido una historia muy diferente.
Y creemos la realidad que querríamos vivir
Al mencionar anteriormente los retos a los que nos enfrentamos, no me he enfocado en los detalles técnicos, pues considero que si alguien está interesado en ellos, llegará hasta el final de este escrito y ampliará las pinceladas que voy a aportar. Pero me temo que ha llegado ese momento para exponerlas e ir cerrando, lo que ya casi parecen unas memorias.
Los estilos de vida que están surgiendo a raíz de la revolución industrial 4.0, fusionan no sólo el mencionado mundo físico y digital, sino también el biológico, impactando en todas las disciplinas e industrias. Va a ser vital el implantar soluciones que sean respetuosas con el medio ambiente y no caer en una obsolescencia tecnológica que haga crecer exponencialmente la incorporación de nuevos dispositivos que requieran de una constante actualización hardware, por lo rápido que avanza la tecnología. A todos aquellos que nos vais a preceder, por favor, no avancemos hacia un mundo como el de Ready Player One o una sociedad como la de Los Juegos del Hambre.
El 5G dará cabida a muchos más dispositivos y conexiones más rápidas, pero la cantidad de éstos, los requisitos tan dispares de calidad de servicio o latencia son sólo unos pocos retos a los cuales debe hacer frente la red. Y de la mano de esta tecnología, me preocupa que la visibilidad que ha tenido nuestro sector a raíz del COVID-19 y los avances que han llegado, vuelvan a un paso previo tras el control de la pandemia. Empezando por la disponibilidad de más procesos telemáticos, y con mejores conexiones para consultar tanto a un médico, realizar una tele-cirugía, como para ver información disponible en la web o teletrabajar. Ya sea por calidad de vida o por las necesidades privadas de cada uno, demos visibilidad positiva y acceso al teletrabajo a todas aquellas personas que lo pidan. Si la tecnología cambia, pero los miedos humanos no tanto, avancemos con ella. Si se nos conoce a los Ingenieros de Telecomunicación por los móviles o las antenas, ¿por qué no por poder teletrabajar desde cualquier sitio del planeta (ya sea la playa u otro país) bajo cualquier condición personal? En palabras de Carlo Ratti, los arquitectos e ingenieros civiles se dedican a diseñar e imaginar la vida que tendrá lugar en el futuro en las ciudades. A lo que me gusta sumar: juntos construyamos el mundo conectado de forma responsable y escuchando cuantos más puntos de vista mejor sin que haya que lamentar la huida de vocaciones antes, durante y después de la carrera.
Va a ser un reto mantener a raya los ciberataques, las fake news e incluso las políticas de gestión de datos personales o cookies. El 90% de la población tiene acceso a un móvil pero casi un 70% no sabe diferenciar una estafa o velar por su privacidad. Y quizás en otra ocasión aborde la necesidad de cierta filosofía o valores que han de seguirse para ponerlos al servicio de la población, pero para que la población comprenda estos riesgos hace falta transparencia y divulgación, y muchas más personas que le dediquen tiempo a esta parte y no sólo al aspecto técnico.
Asimismo, no podemos dejar de lado que la desinformación suele ir de la mano con la intolerancia, la cual es compañera de sesgos y prejuicios. Aquí, el disponer de los medios necesarios y ayudar desde nuestras capacidades a detener la obsolescencia en educación, sociología, los idiomas o la cultura será clave. Gracias a una entrevista que me hicieron los futuros profesionales de Educación Primaria sobre la Educación STEM, pudimos hablar de tecnologías para los más jóvenes y de cómo pueden gestionarlas perfiles no técnicos para despertar e impulsar vocaciones en edades tempranas.
Tampoco creo que no invertir en infraestructura para desarrollar profesiones digitales y que profesiones como la nuestra se queden concentradas en las grandes metrópolis, vaya a ser la mejor de las apuestas. Pues hay que concienciar y abrir la mente a todos los niveles, de forma que esto promueva el cambio social sin demonizar ni oprimir otros ámbitos, nuevas ideas o puntos de vista.
Así pues, y como hemos comprobado durante la pandemia, sin ayuda mutua, sin cooperación, sin solidaridad ni justicia social, sin la ciencia, y sobre todo, sin una ciencia valorada por todos los estamentos sociales, estamos abocados a la extinción como especie. No lo olvidemos. A título personal, yo quizás no hubiera llegado aquí sin el apoyo de compañeros, amigos, familiares y el azar.
Y bueno, ya por soñar, si bien me haría ilusión llegar a experimentar cómo la realidad aumentada y la virtual propician nuevos cambios culturales, socio-económicos y tecnológicos. Pero si logramos acotar todos los problemas anteriores antes de que no haya marcha atrás, creo que estas ilusiones podrían esperar a que muchas nuevas generaciones quieran aportar su granito de arena en estas otras áreas. Como se suele decir, “deberíamos dejar un planeta mejor para nuestros hijos”, pero si algo me inspiró del discurso del Almirante William H. McRaven en 2020, es que los héroes que creíamos no van a venir a salvarnos y tendremos que ser nosotros nuestros propios héroes. O dicho de otro modo, “deberíamos dejar unos sucesores mejores para nuestro planeta”. Confío en nosotros y en los que vengan después para lograrlo, compañeros y compañeras. ¡Muchas gracias!
Moraleja: esta historia se fundamenta en un fuerte trasfondo técnico (aplicado en la investigación o en la industria), un deseo de profundizar y crear conexiones con las que emprender, y una filosofía personal de mejora constante. Espero que os haya inspirado y nos encontremos en el camino (ahora con RRSS no hay excusa 😉 Twitter | LinkedIn | Facebook ).
[1] https://www.womenalia.com/es/womenat/370-technology/10313-cristina-marquez-y-oscar-amador-mentores-en-technovation-challenge
[2] https://acmweurope.acm.org/telling-our-stories-cristina-marquez/
[3] https://www.ngi.eu/blog/2020/09/03/whos-ngi-cristina-marquez-on-why-mobile-internet-is-the-agent-of-change/