Siglo XXI, viviendo la revolución 4.0 siendo ingeniera de telecomunicación, perteneciendo a un colectivo de profesionales actores destacados de esta revolución industrial, con una demanda creciente de personal TIC cualificado para afrontar los retos continuos de digitalización, me da por pensar, ilusa de mí, que los jóvenes están como locas apuntándose para ser telecos, pues no es así. No os voy a aburrir con estadísticas pero, según la Unión Europea, en el año 2020 habrá una carencia de 900.000 profesionales TIC en nuestro continente. ¿A qué se debe este enorme gap? Las nuevas generaciones optan en porcentajes menores a los necesarios por estudiar carreras STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), lo que provoca que la diferencia entre demanda y oferta de profesionales TIC se acreciente. A este bajo nivel de vocaciones TIC hay que sumar la brecha de género, el resultado se traduce en que tenemos menos profesionales TIC para afrontar los retos tecnológicos de nuestra época. Necesitamos más profesionales STEM, pero, ¿cómo conseguimos fomentar las vocaciones tecnológicas?
El caso práctico que os voy a contar es el de la iniciativa Technovation Challenge, organizada por la fundación sin ánimo de lucro Iridescent (http://iridescentlearning.org) cuyo objetivo es “to empower the world’s underrepresented young people, especially girls, through engineering and technology to become innovators and leaders.” Algunas de las empresas que respaldan esta iniciativa son: Google, Microsoft, Oracle, Linkedin, Intel, Ebay y UNESCO.
¿En qué consiste?
Technovation Challenge ofrece a niñas de entre 10 y 18 años la posibilidad de participar en una competición creando una aplicación para móviles que haga frente a un problema social. Los proyectos, ideados por grupos de hasta 5 miembros y con la ayuda de mentores, compiten en un concurso a nivel internacional. Las ganadoras participan en la competición final en San Francisco que se celebra en esta ciudad cada año. Desde 2009, han participado más de 15.000 niñas de más de 100 países.
Tras la introducción, os voy a contar mi experiencia personal en esta iniciativa. Me enteré de su existencia tras la remisión de un correo por parte de nuestra asociación, donde se solicitaba la colaboración de los asociados como mentores. El primer paso fue crear el equipo, me puse en contacto con el AMPA del Instituto de mi barrio y les comenté la iniciativa. Desde el AMPA se le dio difusión entre las alumnas del centro y finalmente se apuntaron cinco niñas de 12 años. Hemos estado trabajando juntas durante los meses de febrero, marzo, abril y mayo, nos hemos reunido todos los viernes por la tarde de 6 a 8 en su instituto y hemos ido dando forma a la aplicación que presentamos para intentar ganar el concurso.
¿Qué hemos hecho durante estos meses?
Lo primero fue elegir la temática de la aplicación, para ello charlamos de los temas que más les preocupaban o que ellas identificaban que podíamos abordar. El resultado de esta fase lo podéis ver a continuación:
De todas las ideas que surgieron la ganadora fue la bautizada como DILO/SAYIT cuyo objetivo, según el grupo era, “para que todas las mujeres sepan si sufren de maltrato y aprendan a denunciarlo”.
Lo siguiente fue diseñar un logo, que ellas mismas se encargaron de darle formato digital:
Después decidieron el contenido de la aplicación e identificaron los principales problemas en su uso. Se dieron cuenta que había que camuflar la aplicación para dar seguridad a la mujer en su uso. Y decidieron camuflarlo como un juego, que permitiese en todo momento al usuario volver a la pantalla juego, de forma que hacia un posible espectador externo, la imagen era la de un juego sin más.
El contenido de la aplicación se resume en el resultado del brainstorming realizado entre las componentes del grupo:
Mi papel como mentora durante todas las sesiones era guiarlas en el desarrollo del proyecto, explicándoles, fruto de mi experiencia, cómo se desarrolla un proyecto, las metodologías de implantación, trabajo en equipo, en definitiva, darles pautas para llevar a cabo el proyecto con éxito.
Lo que no sabía era lo que me iban a dar ellas, que ha sido sin duda más de lo que jamás había pensado. Entusiasmo, ilusión, ver la tecnología con sus ojos. También me han recordado las distracciones propias de la edad, aumentadas con el uso de la tecnología, ¡¡esos móviles!!. Lo primero que hacíamos al empezar las sesiones era dejarlo en silencio bien apartados del grupo, menuda distracción que hemos creado. Y me incluyo en la lista de usuarios que estamos un poco enganchados al móvil (pero como en La Historia Interminable, esta es otra historia digna de otro artículo).
Os incluyo a continuación el resultado del trabajo realizado en cuanto al juego (simón de números):
Tras todo el esfuerzo de desarrollo de la aplicación, quedaba lo mejor, a finales de mayo en la Universidad Carlos III tuvo lugar el concurso. Imaginad 90 equipos, un auditorio repleto de niñas con una ilusión desbordada por la tecnología, fue una experiencia increíble. No nos clasificamos pero no pasa nada, lo importante ha sido el trabajo, la experiencia y espero que anidase un algo de vocación ingenieril en alguna de ellas, yo estoy convencida de que es un gran camino el que se ha emprendido y que dará sus frutos. Al menos a mí me ha renovado la ilusión. Os animo a apuntaros el año que viene a esta iniciativa, ingenieras e ingenieros, somos un referente para la sociedad, no se nos puede olvidar. Y, sin duda, trabajar en edad temprana las vocaciones STEM es una de las vías para aumentar el número de profesionales TIC en el futuro, por un mejor futuro y por una mejor sociedad.
Os dejo la foto de familia. A mí me emociona cada vez que la veo.
Por Andrea Iglesias Brocos
Ingeniera de Telecomunicación por la Universidad de Vigo